La autoestima de los niños es siempre un tema preocupante para los padres. A la mayoría les inquieta que su hijo tenga una sana autoestima, a muchos, que su autoestima sea débil y se vaya a ver afectada ante la más mínima contrariedad, a otros les preocupa que el niño tenga un estima «exagerada» y que resulte pedante o se de aires de superioridad,…
Lo primero que tratamos de aclarar es que nunca se tiene una autoestima «exagerada». Alimentar el amor propio o el aprecio por uno mismo nunca se hace en demasía.
Lo que algunos padres interpretan como pedantería o superioridad de sus hijos, muchas veces es una máscara que utilizan los niños cuando su autoestima es baja. A este fenómeno se le llama «autoestima sobrecompensada».
La tolerancia a la frustración podemos relacionarla con la autoestima, además de con la impulsividad y una mala autorregulación emocional. Una baja autoestima siempre hace descender el umbral de la frustración.
¿Cómo se construye la autoestima?
La autoestima es una imagen de uno mismo que construímos día a día. Se alimenta de la imagen de nosotros mismos que nos devuelven las personas significativas de nuestro entorno, de las circunstancias y situaciones que vivimos y también de la interpretación que hacemos de ellas. Podemos suspender un examen y entender que hemos dedicado poco tiempo al estudio o ante el mismo suspenso, pensar que no podíamos haber hecho más y que es algo que escapa totalmente a nuestro control. Le repercusión en la autoestima de un mismo suceso es completamente diferente según la interpretación que le damos a lo ocurrido.
¿Cómo aumentar y reforzar la autoestima?
- Vigilar el lenguaje con el que nos dirigimos a nuestros hijos: es importante no solo para ellos sino para la relación que construímos con ellos. Hablar con respeto y comprensión hará que ellos se hablen de esa manera a sí mismos y va a fomentar una relación sana y de mutua confianza entre padres e hijos.
- Acompañar y seguir de cerca los retos a los que se enfrentan nuestros hijos: la postura de los padres que va a permitir el desarrollo de la independencia y la responsabilidad es aquella que respeta y apoya a los hijos cuando se enfrentan a retos nuevos ellos solos y que se queda a su lado para prestarles la ayuda que necesiten. Percibirse autónomo y autosuficiente al tiempo que apoyado, resulta muy reforzador para el amor propio.
- Interpretar los hechos que les suceden. Ayudarles a dimensionar los problemas: si les hacemos ver que ante determinadas circunstancias han podido hacer más cosas para obtener un resultado diferente y ante otras, no había opción de hacer nada, les ayudaremos a ajustar su nivel de responsabilidad en cada situación.
- Estar atento a aquellas cosas que nuestro hijo hace mejor y potenciarlas. Descubrir sus talentos y alentarle a desarrolarlos. Muchas veces nos empeñamos en que realicen determinado deporte cuando claramente son niños más artísticos o apostamos porque aprendan varios idiomas cuando claramente tienen facilidad para tocar un instrumento. No olvidemos que se habla de hasta seis inteligencias (la inteligencias múltiples de de Gardner) y cada niño suele presentar algún talento más desarrollado que otro.