La Terapia Asistida con Animales o TAA hace referencia a los métodos que incluyen a los animales en la prevención y el tratamiento de las patologías humanas, tanto físicas como psíquicas (Vallejo, 2006). Es llevada a cabo cuando un humano interactúa con animales bajo unas condiciones predeterminadas con el objetivo de solventar o paliar alteraciones de la salud física o mental.
Corson y cols. (1995), indican que la esencia de la TAA consiste en introducir un animal no amenazante para que actúe de catalizador, formando relaciones sociales adaptables y satisfactorias.
Algunos de estos programas se iniciaron hace más de doscientos años, cuando el doctor William Tuke comenzó a emplear animales en sus terapias para tratar enfermedades mentales, pero la documentación científica sobre ellos no empezó a registrarse hasta hace cuatro décadas.
Estos programas cuentan con un amplio abanico de posibilidades de aplicación: trabajo con personas con discapacidad intelectual o física, rehabilitación cognitiva, trastornos de conducta o aprendizaje en niños y adolescentes, trastornos emocionales, diversas actividades con convictos en centros penitenciarios, y un largo etcétera.
Algunas investigaciones señalan que las personas que conviven con perros en sus hogares y que tienen una relación cercana con ellos presentan niveles más bajos de estrés y más altos de salud mental. Esto sugiere que los animales producen efectos positivos sobre la salud física y mental de las personas que conviven con ellos (Alonso, 2000; Gómez, Atehortua & Orozco, 2007).
Numerosos estudios han probado los beneficios del empleo de animales domésticos en terapias dirigidas a poblaciones concretas y variadas.
Redefer y Goodman realizaron un estudio con niños con diagnóstico de Trastorno de Espectro Autista en 1989, en el que incluyeron un perro en sus sesiones para que interactuara con ellos. Esto afectó positiva y significativamente al comportamiento de estos pacientes: disminuyeron conductas como agitar las manos, hacer ruidos repetitivos, etc. Además aumentó su comportamiento prosocial y disminuyó su retraimiento (Pavlides, 2008 y Fine, 2006).
Ciertos hospitales e instituciones emplean la Terapia Asistida con Animales como tratamiento alternativo en algunos pacientes con esquizofrenia, obteniendo respuestas positivas (Gee, Harris y Jhonson, 2007).
Las investigaciones realizadas en este ámbito ponen de manifiesto los numerosos beneficios que conlleva la inclusión de animales en terapia.
Cuando una persona experimenta una relación satisfactoria con un animal de compañía, se desarrolla un vínculo emocional que puede llegar a extrapolarse a las relaciones con otras personas. Esto resultaría especialmente positivo a la hora de trabajar las carencias afectivas en niños, por ejemplo.
Por otro lado, la observación de las acciones realizadas por los animales induce a un estado de relajación y distensión. Las principales ventajas son a corto plazo y se mantienen mientras se contempla al animal. Como el comportamiento de este suele ser aleatorio e impredecible, el interés del paciente está en constante activación.
La relación con animales como parte del tratamiento favorece la apertura y la comunicación, aunque ellos no emitan palabras.
También ayudan a aumentar la autoestima del paciente y su seguridad en sí mismo, puesto que los animales no juzgan.
Enseñan responsabilidad, cariño, desinterés.
Son sensibles a las emociones y a los sentimientos de las personas, por lo que reconocen las situaciones en las que no son ni queridos ni necesitados, además de sacar todo el partido de las situaciones en las que sí lo son.
Pueden mostrarse muy útiles cuando se busca trabajar la empatía, puesto que es más fácil conseguir que una persona la desarrolle por un animal que por otro ser humano. Esto se debe a que es menos complicado percibir e interpretar las emociones de un animal que las de una persona a través de sus respectivos gestos, movimientos y conductas.
Por último, resultan una buena distracción para aquellos pacientes que necesitan dejar de enfocarse excesivamente en sus problemas y focalizar la atención en algo externo.
Por todo esto, la Terapia Asistida con Animales, sin ser un sustituto de otras terapias o tratamientos educativos o reeducativos convencionales, puede ser un complemento muy interesante y efectivo.
Por Elisa Puertas