La importancia de una alimentación equilibrada

La alimentación saludable se puede definir como la acción de tomar alimentos que aporten la cantidad de nutrientes necesarios para estar sanos, sentirse bien y tener energía. Se logra a través de una dieta equilibrada, que permita un aporte de vitaminas y minerales necesarios para un adecuado desarrollo y crecimiento. Todos los alimentos están compuestos por miles de nutrientes, que son las sustancias naturales que van a pasar a formar parte del organismo.

Durante los primeros años de vida, el crecimiento de los niños es muy rápido, aumenta tanto su talla como el crecimiento cerebral. El cerebro en los primeros años va a alcanzar su capacidad máxima ya que se produce el mayor aumento de conectividad neuronal y de plasticidad cerebral.

Una alimentación equilibrada conlleva enormes beneficios tanto para este desarrollo físico como intelectual, además de mejorar el estado de salud, y prevenir factores de riesgo relacionados con algunas enfermedades.

El cuerpo humano y en especial el de los niños, gastan mucha energía en el crecimiento de sus órganos, y en especial con el crecimiento del cerebro. La energía es el combustible que se necesita para que funcionen todos los procesos corporales, para estar activo para realizar todas las actividades del día a día e incluso para aprender. Además, la buena alimentación es la base para la defensa de enfermedades, ayuda al sistema inmunitario. Una dieta desequilibrada podría reducir la capacidad de aprendizaje, el desarrollo o incluso favorecer la aparición de enfermedades cardiacas, diabetes, cáncer, entre otras cosas.

CONSEJOS PRÁCTICOS

La sociedad actual suele tener agendas muy ajetreadas que complican el comer en casa todos los días. Como consecuencia, muchas dietas se reducen a comida para llevar que agilizan tiempo y son cómodas, lo que da paso en ocasiones a un desequilibrio nutricional perjudicial.

Se recomienda reducir:

  • Los alimentos ultra procesados.
  • Las golosinas.
  • Las bebidas azucaradas (colas, naranjadas, bebidas isotónicas, zumos, etc.). Las bebidas gaseosas o azucaradas deberían eliminarse, ya que sólo aportan calorías vacías y son potencialmente adictivas.
  • La bollería y la pastelería.
  • Los postres lácteos azucarados (yogures de sabores, batidos, flanes, natillas, crema de chocolate, cremas, mousses, etc.).
  • La comida rápida (establecimientos de fast food como cadena de hamburgueserías, pizzerías, bocadillos, etc.).
  • Las preparaciones y derivados cárnicos procesados (embutidos, patés, salchichas, hamburguesas, etc.).
  • Las distracciones de las pantallas durante las comidas (televisión, móviles, tabletas, etc.).

Por otro lado, deberíamos potenciar:

  • Los alimentos frescos o mínimamente procesados, de temporada y de proximidad.
  • La fruta fresca como postre habitual y como complemento y las hortalizas en las comidas principales. Se recomienda comer a diario cinco raciones de frutas y verduras.
  • Las legumbres y los frutos secos crudos o tostados sin sal.
  • Los farináceos (pan, pasta, arroz, etc.) integrales.
  • Los lácteos sin azúcares añadidos, en forma de leche, yogur natural y quesos.
  • Los probióticos (se encuentran en alimentos cono el yogur, los granos integrales, los plátanos, las hortalizas de hoja verde, las cebollas, el ajo, la soja y las alcachofas, entre otros).
  • El aceite de oliva virgen y los frutos secos como grasas naturales.
  • El agua, muy importante en la digestión porque ayuda a que el alimento y la fibra pasen por el tracto intestinal con facilidad, previniendo el estreñimiento.
  • La preparación de alimentos y recetas y la cocina en general.
  • Las comidas en familia (se recomienda una al día), con una actitud respetuosa y amorosa hacia los niños para hacer del rato de la comida un momento relajado, agradable y de interrelación y comunicación familiar.

Es necesario que se trate desde una temprana edad para que los niños adquieran unos adecuados hábitos alimenticios. Hay que darle a la alimentación la importancia que realmente tiene, no cabe duda de que es un pilar fundamental en nuestras vidas. Somos lo que comemos. Asimismo, ayuda a fomentar otros hábitos saludables al mismo tiempo, como el realizar actividad física.

Por Irene de Loresecha de los Ríos

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