¿Engañar a los niños es bueno?

RESUMEN

Aislar a los niños de noticias como los atentados terroristas o situaciones políticas convulsas es un error ya que al captar las emociones de los adultos sin su ayuda, deberán enfrentarse con desorientación a lo que pasa y su sufrimiento será mayor, ha explicado a Efe la educadora Eva Bach.

En el Observatorio de Comunicación Educativa, que Bach ha creado junto a la profesora de secundaria y formadora de maestros Montse Jiménez, ambas especialistas llevaron a cabo un trabajo de campo entrevistando a 20 adolescentes marroquíes y catalanes de Ripoll (Girona), el 22 de agosto, cinco días después de los atentados de La Rambla de Barcelona y Cambrils (Tarragona).

El objetivo era escuchar a los chicos, que estaban directa o indirectamente relacionados con los autores del atentado de Barcelona y que se encontraban «muy afectados, para ayudarles a calmar y transformar el sufrimiento y las emociones difíciles derivadas de lo ocurrido».

Los jóvenes entrevistados, que estaban viviendo situaciones emocionales «muy intensas», revelaron que hablar del atentado con adultos como familiares y profesores «les ayudaba mucho más que hacerlo con amigos o el imán de Ripoll», ha explicado Bach, y que «pese a la situación experimentada, no mostraban odio y eran capaces de generar empatía hacia los autores del atentado».

A raíz de este trabajo, las expertas publicaron un documento, «que es extrapolable», para ayudar a los docentes a abordar con los alumnos la actual situación política en Cataluña.

Bach, que es maestra, terapeuta y orientadora familiar, acaba de publicar el libro «Educar para amar la vida» (Plataforma Editorial) con el fin de orientar a profesores y familias en educación para estimar la vida y transmitir este amor a los niños y jóvenes.

La especialista afirma que los padres y maestros «desenamorados» de la vida «no son lo bastante aptos para educar» y mantiene que podemos hablar «de lo que es dulce y de lo amargo si nosotros sabemos mirar y enfrentar serenamente ambas caras de la vida».

Los límites de lo que podemos decir a los niños «está en lo que seamos capaces de explicar con belleza y serenidad, sin esquivar lo que es doloroso y a la vez sin alarmarles, e intentando orientarles siempre hacia alguna posible salida que los tranquilice y pacifique por dentro», sentencia la educadora en el libro.

Considera la experta que la sobreprotección y la hiperpaternidad «tan comunes actualmente son fruto del desencanto adulto», y que, al mantener a los niños al margen de la realidad, «les transmitimos el mensaje de que no confiamos en ellos ni en la vida, que vivir es una faena y que, una vez crezcan, nunca nada volverá a ser tan bonito como la infancia».

La especialista ha explicado que «los niños tienen una especie de wifi emocional», por lo que «aunque no les hablemos para protegerles, tiene unas antenas que captan nuestras emociones» y si no les atendemos «podrán imaginarse cosas bastante peores de las que están pasando».

En este sentido, remarca que a los niños «hay que darles la información mínima sobre los hechos que ocurren» para que ellos «formulen las preguntas que consideren».

En uno de los capítulos del libro, Bach asegura que en casa y en la escuela «muchas veces damos mensajes enfocados a coartar a los niños», y cita ejemplos como «prohibirles que se distraigan, que charlen, rían, se mojen, se ensucien, que experimenten, que se equivoquen y que se interesen más por la vida que por el estudio».

Otra de las recomendaciones que la autora hace a los adultos es «saber ver todas las formas de la belleza», como la amabilidad, delicadeza, compasión, comprensión y el agradecimiento en las pequeñas acciones cotidianas y trasladar esta habilidad a los más pequeños.

Para educar a los niños y jóvenes, la experta recomienda a los padres «practicar un egoísmo altruista, ocupándonos de nuestro crecimiento y bienestar, y no sólo del de nuestros hijos, y velar por nuestra propia felicidad más allá de ellos».

Revela la autora que cuando algunos padres «no encuentran luz en su interior, la buscan en sus hijos, que se convierten en responsables de encender el corazón y la vida de sus padres», con lo que se produce un «desorden bastante habitual que normalmente quita fuerza a los hijos».

La tasa de depresión entre niños y adultos ha aumentado un 70 % en los últimos 70 años, según datos de Unicef que aparecen en el libro, «una cifra que da que pensar», ha valorado Bach, que avisa en su libro sobre el «uso excesivo de psicofármacos para tratar el fuerte incremento de problemas emocionales y del comportamiento en el colectivo de niños y jóvenes».

https://psiquiatria.com/psicofarmacos/esconder-la-realidad-a-ninos-les-desorienta-y-no-les-protege-segun-experta/

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