Siguiendo la línea de artículos anteriores, nos vamos a detener en esta ocasión en la breve descripción de otro trastorno que, sin ser tan conocido como el síndrome de Down o el autismo, comienza a ser más popular en nuestra sociedad: el síndrome de Asperger. Se piensa que personajes tan prestigiosos como Beethoven, Van Gogh o A. Einstein lo padecieron y, entre las personalidades más actuales, se encuentran el cantautor Bob Dylan, Bill Gates o la actriz Daryl Hannah.
El síndrome de Asperger se encuadra dentro de los Trastornos Generalizados del Desarrollo o del Espectro Autista, de manera que nos encontramos ante una alteración severa del desarrollo, de origen neuro-biológico, que presenta como características:
- Dificultad en las relaciones y pocas habilidades sociales.
- Perturbaciones en el uso del lenguaje.
- Tendencia a presentar comportamientos repetitivos o perseverantes y rituales, con problemas para adaptarse a los cambios Intereses limitados, absorbentes y excesivos por ciertos temas.
- Torpeza motora.
Así pues, nos hallamos ante niños con aspecto externo e inteligencia normales (o incluso superior a la media) que presentan un estilo cognitivo diferente y, con frecuencia, habilidades especiales en áreas restringidas que, por contra, tienen severas y crónicas incapacidades en lo social, conductual y comunicacional.
Se trata de un trastorno de mayor incidencia en los varones que en las niñas.
Alteración de la inteligencia social
Teniendo siempre en cuenta que los casos pueden presentar una severidad muy variable, el niño con síndrome de Asperger muestra una incapacidad para relacionarse tanto con iguales como con adultos, para comprender y adaptarse a su entorno más cercano. Es ingenuo y crédulo. Tiene problemas para reconocer y comprender las señales no verbales emitidas por otras personas, así como sus expresiones faciales, por lo que no puede responder adecuadamente a las mismas y su comportamiento es percibido por su ambiente como “raro” o “extravagante”. A su vez, muestra falta de empatía y sentido común y dificultad para mentir, comprender engaños, las intenciones del otro, bromas o chistes. Hace una interpretación literal del lenguaje, de manera que si oye que su carpeta “va a estallar” porque está repleta de materiales, la soltará rápidamente y se apartará de ella esperando su detonación. Presenta habitualmente poca tolerancia a la frustración reaccionando con rabietas desproporcionadas cuando se le contradice o ante cambios de rutina que los demás consideramos insignificantes. Y suele ser muy sensible a sonidos fuertes, colores, luces, olores, sabores o texturas.
Un discurso muy característico
Puede presentar cierto retraso en la adquisición del lenguaje y tiene un discurso muy característico: resulta abrumador, pedante, formalmente excesivo y unidireccional cuando habla sobre temas de su interés. Su tono, ritmo, volumen,… de voz son monótonos o extraños y existe muy poca gesticulación acompañando al mensaje verbal. Tiene grandes dificultades para seguir y mantener el ritmo normal de una conversación y también le cuesta establecer contacto ocular con su interlocutor.
Algunos problemas asociados
Algunos problemas psiquiátricos como la ansiedad, la depresión y los trastornos obsesivos se asocian con frecuencia al síndrome de Asperger, especialmente durante la adolescencia y en la edad adulta, donde las personas afectadas ya tienen una clara conciencia de incomprensión, soledad y aislamiento social.
Algunas claves
Para comprender en mayor medida este trastorno, recomendamos la lectura de “El curioso incidente del perro a medianoche” de Mark Haddon o la película titulada “Mozart and the Whale” (2005) del director Petter Naess, basada en la historia de una pareja con esta afección.
En ocasiones, el síndrome de Asperger es denominado síndrome del “planeta equivocado” porque las personas afectadas sienten que son bastante normales, pero viven en un mundo lleno de “extraterrestres”.