Por Paz Velasco
Hace unas semanas me comentaron la posibilidad de contar en primera persona mi experiencia con la educación de mis hijos en un ambiente bilingüe. De primeras pensé, que no tenía tal experiencia…: sí, cierto, vivimos en Bélgica desde hace un año, y mis hijos van a una guardería en francés. Pero aun así pensé que no podía contar nada porque mi hija llegó ya hablando español, y mi hijo todavía no habla nada y llegó siendo un bebé, así que no me veía capaz de «aportar» nada.
Ahora, pensándolo bien, creo que sí que puedo compartir la experiencia con mi hija. Se sale un poco de lo que generalmente te recomiendan y que creo que nos ha ido bien.
Normalmente, te dicen que cuando tus hijos se van a educar en un ambiente bilingüe es importante hablarles exclusivamente en tu lengua materna. Usar solo un idioma con el niño. Por otro lado, nuestro miedo era cómo lidiar con el choque que iba a suponer comenzar un “cole” en el que hablan otro idioma. Cómo le haces entender qué es otro idioma a un niño de 2 años y medio.
Para tratar de «suavizar» el choque, intentamos desde el principio introducir algunas frases con ella en francés, tratando de hacer la unión con su situación en el cole: “tú sabes como llaman en el cole a los patos?” “Bonjour, como dicen en el cole ¿a que sí?”, “merci ma chérie”, “tu veux jouer a la balle?” o qu’est-ce que tu veux manger? ”.
Sin haberlo pensado ni meditado de antemano, intentamos hacer que comprendiera lo que eran los idiomas, que era normal convivir con dos idiomas, y que simplemente teníamos que aprender el francés. De esta forma creo que conseguimos que entendiera mejor la situación, y que no se sintiera tan aislada las primeras semanas.
Es verdad que muchas veces se enfadaba si le hablábamos en francés. Supongo que le daba rabia no entender tampoco a sus padres. Pero creo que fue positivo porque nos ayudó a instalar el otro idioma como parte de nuestra vida, como algo normal y rutinario.
Te dicen siempre que los niños se adaptan rápido, y que a esas edades son como esponjas que absorben los idiomas sin problema. Viéndolo en perspectiva, puedo decir que es verdad aunque el día a día se hace un poco cuesta arriba al principio. Nunca he sido una madre muy protectora. Pero dejar a tu hija llorando en la guardería sabiendo que va a pasar 8 horas allí sin entender nada de lo que le puedan decir, no os miento, da pena.
Con todo, finalmente es cierto lo que dicen, y los niños a estas edades son esponjas. En tres semanas dijo su primera palabra: merci. En dos meses entendía ya todo. Y en tres meses ya comenzaba a hablar en francés tímidamente.
Y así, poquito a poquito. Ahora tenemos que luchar con las confusiones, como españolizar palabras francesas o al contrario (se ha «casado», en vez de se ha roto, «je suis cansé» en vez de fatigué, etc.), o peor aún: ¡pronunciar la erre con acento francés! Muchas veces no me deja hablar en francés, porque dice que «mama no sabe». Sus juegos son en francés, tanto con sus muñecos como con otros niños (aunque no sean francófonos).
Ya podemos decir que el francés es parte de nuestra vida cotidiana. Y sí, ahora es el momento de diferenciar claramente el uso de los idiomas. El francés es para la calle y el español en casa. Aunque por otro lado he de confesar que nos estamos aprovechando un poco de ella y de su pronunciación. Le hago cantarme las canciones una y otra vez para poder aprender la pronunciación, sobre todo esa ere francesa que tan natural le sale a ella y que tanto trabajo nos cuesta a los españoles!
Mi experiencia con mi hijo será distinta. Él será “belga” (llegó con 4 meses) y tomará el bilingüismo como algo normal. Y lo único que puedo hacer de momento es tener paciencia. Dicen que los niños educados en ambientes bilingües tardan más en hablar. ¡Espero que esto sea también verdad! Porque de momento no es posible hacerle pasar del “mamá”, y esporádicamente, “papá”.