En la crianza de los hijos, uno de los valores que con frecuencia intentamos inculcar es el de compartir. Sin embargo, a menudo enfrentamos un dilema:
¿ cómo enseñar a nuestros hijos a compartir sin obligarlos, respetando su autonomía y sus sentimientos
personales?
Forzar a los niños a compartir puede parecer una solución rápida a conflictos cotidianos, pero puede tener implicaciones a largo plazo que afecten negativamente su desarrollo emocional y social.
Este artículo explora cómo podemos fomentar la generosidad y el respeto mutuo en los niños, alentándolos a compartir por elección propia y no por imposición, cultivando así un sentido de generosidad genuina y respeto por la propiedad y los límites personales.
Si bien enseñar a compartir es importante, también lo es entender por qué no debemos obligar a los niños a hacerlo. A continuación, exploramos algunas razones por las que forzar el acto de compartir puede no ser siempre beneficioso para el desarrollo del niño:
- Respeto por la propiedad privada.
Obligar a los niños a compartir todo lo que tienen puede enviar un mensaje confuso acerca del respeto por la propiedad privada. Es crucial que los niños aprendan que tienen derecho a tener cosas propias y que pueden decidir cuándo y con quién quieren compartirlas. Esto les ayuda a desarrollar un sentido de autonomía y respeto por las posesiones de los demás. - Desarrollo de habilidades para tomar decisiones.
Al permitir que los niños elijan cuándo compartir, les estamos dando la oportunidad de ejercitar su capacidad para tomar decisiones. Esta habilidad es fundamental y les será útil toda su vida. Decidir por sí mismos cuándo compartir algo promueve el pensamiento crítico y la evaluación de situaciones sociales complejas. - Prevención de resentimientos.
Cuando los niños son obligados a compartir contra su voluntad, pueden desarrollar sentimientos de resentimiento tanto hacia la persona que los obliga como hacia la persona con la que se vieron forzados a compartir. Esto puede llevar a relaciones tensas y no fomenta una verdadera generosidad. - Importancia del consentimiento.
Es fundamental enseñar a los niños el concepto de consentimiento desde una edad temprana. Compartir debe ser una decisión consensuada, no algo impuesto. Entender y aceptar que no siempre pueden obtener lo que quieren de otros y que está bien que alguien diga no, son lecciones importantes para el desarrollo social y emocional de un niño. - Fomentar la generosidad genuina.
La generosidad forzada no es verdadera generosidad. Para que un acto de compartir sea realmente valioso, debe provenir de un deseo genuino de hacerlo. Alentar a los niños a pensar en cómo se sienten cuando comparten voluntariamente puede promover un sentido más profundo de satisfacción y felicidad, fortaleciendo su inclinación natural a ser generosos. - Reconocimiento de emociones y límites personales.
Es importante que los niños aprendan a reconocer y respetar sus propias emociones y las de los demás. Si un niño no quiere compartir en un momento dado, puede haber razones emocionales válidas detrás de esta decisión. Respetar estos sentimientos y límites puede ayudarlos a desarrollar una inteligencia emocional saludable. En conclusión, en lugar de obligar a los niños a compartir, los padres y educadores pueden aprovechar estas situaciones como oportunidades de enseñanza. Explicar el valor del compartir, modelar comportamientos generosos y celebrar cuando eligen compartir son maneras de fomentar esta conducta de manera positiva y efectiva. Al hacerlo, los niños aprenderán a valorar y practicar la generosidad por sí mismos, lo cual es mucho más beneficioso a largo plazo para su desarrollo emocional y social.
Por Natalia Muiña.