En muchas ocasiones, los padres se preguntan si lo que están observando en sus hijos forma parte del desarrollo normal o si podría estar indicando algo más profundo. La infancia es una etapa de grandes cambios y aprendizajes, pero también puede ser un momento en el que algunos niños experimenten dificultades emocionales o conductuales que requieran ayuda profesional.
Es natural que los niños tengan altibajos, pero hay ciertas señales que pueden indicar que necesitan el apoyo de un psicólogo. Reconocer estos signos a tiempo es fundamental para brindarles el acompañamiento adecuado y prevenir problemáticas mayores en el futuro.
Cambios en el comportamiento: cuando algo no encaja
Uno de los indicadores puede ser un cambio repentino o sostenido en el comportamiento del niño. Por ejemplo:
- Irritabilidad excesiva, estallidos de ira o agresividad inusual.
- Aislamiento social: si antes era sociable y de repente no quiere relacionarse ni con amigos ni con familiares.
- Cambios bruscos en el apetito o en el sueño, como insomnio o pesadillas frecuentes.
- Pérdida de interés en actividades que antes disfrutaba, como jugar, ir al colegio o ver a sus amigos.
Estos comportamientos pueden estar relacionados con emociones que el niño no sabe cómo expresar, como tristeza, miedo, ansiedad o frustración.
Regresiones en el desarrollo
En ocasiones, los niños presentan lo que se conoce como «regresiones», es decir, vuelven a comportamientos propios de etapas anteriores del desarrollo. Por ejemplo:
- Mojar la cama después de haber superado el control de esfínteres.
- Volver a hablar como un bebé.
- Tener miedo a separarse de los padres cuando antes lo hacía sin problemas.
Las regresiones pueden ser una forma de expresar malestar emocional y son una señal importante de que algo está ocurriendo en su mundo interno.
Dificultades escolares y falta de concentración
Si el niño comienza a mostrar una bajada repentina en el rendimiento escolar, dificultades para concentrarse o conductas disruptivas en clase, también puede ser una forma de manifestar un problema emocional. A menudo, la escuela es uno de los primeros lugares donde se hacen visibles ciertas dificultades, ya que es un entorno que exige autorregulación, adaptación social y concentración sostenida.
Ansiedad y miedos excesivos
Todos los niños tienen miedos a lo largo de su desarrollo (a la oscuridad, a los monstruos, a separarse de los padres…), pero cuando estos miedos son persistentes, desproporcionados o interfieren con su vida cotidiana, pueden estar indicando un cuadro de ansiedad. Algunas señales incluyen:
- Dolores físicos frecuentes sin causa médica (dolor de estómago, de cabeza).
- Evitación de situaciones sociales o escolares.
- Preocupaciones excesivas sobre cosas cotidianas.
¿Cuándo consultar con un psicólogo infantil?
Es importante destacar que no hace falta esperar a que el problema sea grave para consultar. Muchas veces, una intervención temprana puede evitar que la dificultad se convierta en algo más profundo. Un psicólogo infantil puede ayudar a identificar lo que le está ocurriendo al niño, y ofrecer orientación tanto a él como a sus padres.
Consultar no es un signo de debilidad ni de fracaso en la crianza, sino un acto de cuidado, de amor y de responsabilidad.
Conclusión
Cada niño es único, y cada familia también. No se trata de juzgar, sino de observar con atención y sensibilidad. Si notas que tu hijo ha cambiado, si sufre, si algo «no te cierra», no dudes en buscar orientación.
Por Sofía Ferreiro Agüero