A la hora de abordar la noticia de la pérdida de un ser querido, es complicado saber cómo hacerlo con los más pequeños: ¿qué debemos decirle? ¿debemos comunicarle o no la noticia? ¿qué respuestas dar a las preguntas que nos plantearán? ¿Cómo evitarle el mayor sufrimiento posible?
El duelo en la etapa infantil es diferente al que puede presentar un adulto, siendo diferente en cada niño y según la etapa de crecimiento en la que se encuentre.
El duelo se refiere a los significados y conductas que presenta el niño ante la vivencia de una pérdida afectiva significativa. Es un proceso necesario para elaborar e integrar una pérdida, pero en ocasiones, tras esta reacción normal y funcional puede desencadenarse un duelo complicado o patológico, es decir, una intensificación del dolor que impide el proceso de elaboración del duelo deteniéndose en alguna de las fases o incluso no llegando a empezar, impidiendo así avanzar y ajustarse a la pérdida vivida, generando normalmente conductas desadaptativas. Esto sucede así entre el 10 y 20 % de casos.
Los niños manifiestan a nivel emocional el duelo de manera diferente a los adultos. Mientras que éstos lo hacen desde una perspectiva más depresiva, los niños pueden presentar, entre otros:
-Síntomas ansiosos en forma de hiperactividad, tics, fobias, miedos intensos (especialmente al irse a dormir), etc.
-Síntomas regresivos previamente superados: tales como chuparse el dedo, balanceos, etc. así como desaparición de conductas adquiridas previamente de tipo intelectual, afectivo o motor.
-Reacciones de llanto y culpa, así como reacciones de dependencia exagerada por el miedo a la pérdida.
– Pensamiento mágico: Convencimiento de que la persona fallecida va a volver a aparecer o actuar como si la pérdida no hubiera ocurrido.
– Continuas quejas somáticas como dolor de cabeza, tripa, etc.
– Problemas de conducta y disminución del rendimiento escolar, rechazo al colegio, etc.
– En ocasiones adoptan un rol protector frente a los familiares y miedo intenso ante la separación.
Ante estas situaciones, el papel de los padres y figuras adultas de apoyo cercanas como facilitadores de la gestión del dolor y como fuente de apoyo es fundamental en la influencia de un proceso de duelo adaptativo infantil.
A continuación, exponemos algunas recomendaciones a la hora de abordar la pérdida con los niños:
- No retrasar la noticia: A menudo, para evitar su sufrimiento, tendemos a retrasar lo máximo posible la noticia sobre la pérdida, utilizando para ello la menor información posible. Es preferible informar al niño cuanto antes, de forma que pueda desarrollar el proceso de duelo, evitando eufemismos tales como “se ha ido” “ha emprendido el viaje”, para evitar la confusión y el miedo. Debe explicarse con un lenguaje sencillo, acorde a la edad del niño y resolviendo las dudas que le puedan surgir, con el fin de evitar la confusión que esta situación le pueda generar, que pueden compensar de alguna manera con fantasías no realistas.
- Mostrarse como una fuente de apoyo: Estar disponible siempre que el niño lo necesite a hablar del tema desde la naturalidad, evitando que se convierta en tabú, y facilitando así la integración y comprensión, sin presionarle.
- Tranquilizar: Los niños pueden interpretar esta nueva experiencia como un cambio en la dinámica familiar, viviendo esta nueva situación con mucho miedo e inseguridad. Es importante tranquilizarle al respecto, explicando que es posible adaptarse a este nuevo cambio poco a poco. Es importante aclarar las dudas o miedos que puedan surgir y desculpabilizar al niños acerca del suceso.
- Favorecer la expresión emocional: Aceptación de sus emociones, permitiendo que las exprese. Es importante transmitirle que llorar, estar triste o enfadado es normal, poniendo nombre a sus emociones, y no recriminarle su respuesta emocional, sino mostrarse como una figura de apoyo facilitando el desahogo.
- Regresar a la rutina: Es recomendable regresar cuanto antes a la rutina para que el niño pueda normalizar la situación y avanzar en el proceso de duelo, fomentando el desarrollo de comportamientos habituales.
- Participación en funerales: La participación en los ritos de despedida debe ser algo voluntario y opcional, dejando al niño la posibilidad de decidir. Es importante explicar al niño en qué consistiría y lo que podría esperar, aclarando dudas y reflejando que el hecho de no asistir no es algo censurable ni implica que no se quiera a la persona fallecida. En caso de que el niño decida no querer asistir, se pueden desarrollar ritos que permitan despedirse como, por ejemplo, escribir una carta.
Debemos tener presente que el tiempo natural estimado para llevar a cabo un proceso de duelo está entre uno y dos años. Si el niño sigue presentando síntomas pasado este tiempo o si la sintomatología es tan llamativa que deteriora su funcionamiento adecuado en más de un área (social, académica o familiar), puedes recurrir a un especialista que os pueda ayudar en este proceso.
Por Alejandra Toth