Los celos son emociones naturales que surgen cuando un niño siente que las personas más importantes en su vida, como sus padres o cuidadores, no le están dando la atención o el cariño que necesita o espera. Aunque estas emociones son comunes y forman parte del desarrollo infantil, pueden ser especialmente intensas cuando nace un nuevo hermano. En este contexto, es esencial que los padres comprendan cómo gestionar estos sentimientos y ayuden a sus hijos a adaptarse de forma saludable a esta nueva realidad familiar.
Uno de los escenarios más frecuentes en los que aparecen los celos infantiles es cuando el hermano mayor, que hasta entonces ha sido el centro de atención, debe compartir su espacio emocional con el nuevo miembro de la familia. Este proceso, a menudo denominado «el príncipe destronado», puede generar inseguridades en el niño mayor, que pasa de ser el único receptor del cariño y la atención de sus padres a tener que compartirlos con el recién nacido. El niño mayor puede interpretar la llegada del nuevo hermano como una amenaza, lo que puede derivar en la aparición de comportamientos de celos.
El nacimiento de un hermano conlleva cambios significativos para toda la familia. Además de la atención que se redistribuye, se alteran las rutinas diarias, los horarios, la disposición de las habitaciones e incluso los tipos de planes familiares. Este cúmulo de transformaciones puede generar estrés y ansiedad en el niño mayor, que, de repente, debe adaptarse a una dinámica completamente nueva.
Aunque los celos son una respuesta natural ante esta situación, en la mayoría de los casos, desaparecen con el tiempo. Los niños, poco a poco, logran integrar la nueva estructura familiar y empiezan a ver al recién nacido no como un competidor, sino como un miembro más de la familia. Sin embargo, este proceso de adaptación no siempre es sencillo, y en algunos casos, los celos pueden persistir y manifestarse de diferentes formas. Algunos de los comportamientos más comunes que pueden aparecer son:
- Regresiones: el niño puede volver a comportamientos que ya había superado, como dejar de controlar los esfínteres o necesitar ayuda para comer.
- Introversión y retraimiento: puede volverse más tímido o evitar la interacción social.
- Reducción de la espontaneidad: puede mostrar menor interés en actividades que antes disfrutaba.
- Irritabilidad y cambios de conducta: puede ser más propenso a enfadarse o tener rabietas.
- Somatización: quejas frecuentes de dolores de cabeza, estómago, etc., sin causa médica.
- Enfados con el hermano pequeño: puede mostrarse reacio a compartir cosas o incluso negarse a interactuar con él.
- Disminución de la autoestima: puede sentirse menos valorado o inseguro respecto a su lugar en la familia.
- Búsqueda excesiva de atención: intentos constantes de captar la atención de los padres, muchas veces de forma negativa.
Para los padres estos comportamientos pueden resultar alarmantes y difíciles de gestionar. Sin embargo, es importante recordar que estas reacciones son temporales en la mayoría de los casos. Aun así, si los signos persisten o se intensifican, es recomendable que los padres tomen medidas para ayudar a su hijo mayor a sobrellevar la situación y a gestionar sus emociones de manera saludable. Algunas estrategias que pueden ser útiles incluyen:
- Ayudar al niño a identificar sus emociones: enseñarle a reconocer lo que siente es el primer paso para que pueda gestionar sus celos de manera adecuada.
- Fomentar la expresión emocional: permitirle que hable sobre sus sentimientos sin ser juzgado, lo cual le ayudará a comprender que es normal sentirse de esa manera.
- Mantener la atención sobre el hermano mayor: asegurarse de que sigue recibiendo tiempo y atención de calidad, para que no se sienta desplazado.
- Establecer reglas y límites coherentes: mantener la igualdad entre ambos hermanos en términos de disciplina y expectativas.
- Evitar comparaciones: cada niño es único, y compararlos puede generar resentimiento.
- Reforzar los logros de ambos por igual: elogiar las buenas acciones y esfuerzos de ambos hermanos para que se sientan valorados.
- Satisfacer las necesidades de ambos: es importante que ambos niños se sientan cuidados y atendidos.
- No castigar los celos: en lugar de reprocharles o castigarlos por sentir celos, es mejor ayudarles a comprender estos sentimientos.
- Explicar el cuidado del recién nacido: hacerle ver al hermano mayor que los cuidados especiales que requiere el bebé son los mismos que él recibió cuando era pequeño.
- Promover la cooperación y el amor fraternal: fomentar la interacción y el vínculo entre los hermanos.
Además de estas estrategias, existen diversos recursos que pueden ayudar a los niños a entender y gestionar mejor sus sentimientos, como por ejemplo los libros: «¿Qué es esta barriga?», «Espero un hermanito», «Hola, hermanita», «¿Me quieres o no me quieres?» y «Papá es mío». Estos libros abordan la temática de los celos entre hermanos, facilitando la comprensión y aceptación de la nueva etapa familiar.
En conclusión, la llegada de un hermano puede ser un desafío emocional para los hermanos mayores, pero con paciencia, comprensión y las estrategias adecuadas, superarán esta transición y se adaptarán de manera exitosa a la nueva realidad familiar.
Por Mª del Carmen Armillas Lliteras.