El mutismo selectivo es un trastorno de la conducta que comienza en la infancia y suele manifestarse o hacerse evidente cuando el niño comienza la Educación Infantil.
La característica principal de este trastorno es la dificultad del niño para interactuar de manera verbal en situaciones determinadas (jardín de infantes, escuela, situaciones sociales…) y con personas concretas (profesores, vecinos…) durante al menos 1 mes.
A pesar de ser un cuadro clínico poco frecuente, pero igualmente importante, causa un impacto negativo muy significativo en el funcionamiento social y académico del niño si no se trata a tiempo o no se hace algo al respecto. Por tanto, la detección e intervención temprana de esta conducta se considera fundamental para poder ayudar a estos niños, pues, en ocasiones, la ayuda por parte de los profesionales educativos se solicita mucho tiempo después de su aparición y posterior detección.
En el ámbito conductual puede llevar a confusión o malentendidos, puesto que los padres o profesores pueden llegar a pensar que sus hijos o alumnos se comportan de la misma manera en todas las situaciones y que puede ser que el niño solo sea más introvertido de lo normal.
Para saber si nuestro hijo presenta este problema es importante conocer los siguientes datos, los cuales nos pueden dar una pista de ello:
-Hay una incapacidad para hablar en situaciones sociales en las que se esperaría que hablarse. En cambio, en otras situaciones sí que es capaz de interactuar y hablar.
-Hay un impacto negativo en la escuela y en las relaciones sociales. Se observan déficits en el rendimiento académico y dificultades en el desarrollo de habilidades sociales necesarias para una buena interacción con las personas.
-No hay ningún tipo de discapacidad intelectual grave.
-Se han descartado problemas médicos o alteraciones funcionales (después de una visita al neurólogo, otorrino y/o logopeda)
-Los síntomas no pueden atribuirse a un desorden psicótico.
Es importante saber que la incapacidad para hablar que tienen los niños con mutismo no es algo que puedan manejar a voluntad, sino que se debe a una extrema ansiedad que le impide hablar. Por eso, se le ha clasificado dentro de los Trastornos de ansiedad.
Y os preguntaréis, ¿a que puede deberse este mutismo? Pues a muchos factores, como son los factores genéticos, psicológicos, familiares y sociales.
Pero, se parece mucho a la timidez, ¿Cómo podríamos diferenciarlo?
Aunque a los niños tímidos les cueste hablar en situaciones desconocidas o con personas extrañas para ellos, estos suelen responder a preguntas que se le hacen o empiezan a hablar una vez se sienten seguros. Sin embargo, los niños con mutismo selectivo no lo harían; no tienen la capacidad de interactuar en esa situación determinada, es incapaz.
Un niño tímido opta por no hablar, en cambio, un niño con mutismo no puede (siente una extrema ansiedad; por eso se suele tratar en terapia de una manera similar a las fobias)
Por lo tanto, si sospechas que tu hijo puede tener este problema, es recomendable que le hagan una evaluación, tanto médica como psicológica, para un tratamiento temprano. En estos casos, la psicoterapia suele ser el tratamiento de elección de estos trastornos, acompañado de apoyo farmacológico en el caso que el grado fuera severo, existiera comorbilidad asociada o la psicoterapia no funcionara.
Por Celia Medrano