Antiguamente la tradición oral era muy importante en la enseñanza de los niños. Las historias pasaban de una generación a otra en forma de cuentos o historias con moraleja. Estos cuentos además de responder a una necesidad de contacto con el cuidador, fomentaban el desarrollo de la expresión oral y transmitían normas y límites culturales. De hecho, cada cultura tenía sus propias historias.
Hace ya mucho que estos cuentos orales se han visto completados y aumentados por libros. La literatura infantil tiene un valor innegable del que muchas veces no somos conscientes. Además de transmitir valores culturales, los libros cumplen una función educativa indispensable que es la enseñanza de estrategias de afrontamiento. Cada vez que un padre o madre consulta por una dificultad con su niño, lo más accesible para la intervención, cuando se trata de niños muy pequeños, es recomendarle algún libro para leer junto a su hijo.
Si el pequeño tiene miedos, leer un libro donde el protagonista pasa miedo le hará sentirse comprendido y darse cuenta de que no es un bicho raro. Al mismo tiempo, eso aumentará la empatía hacia el protagonista y el niño se sentirá identificado con lo que sucede en la historia. De esta forma, puede que la solución o el final que se representa en el libro sea de utilidad para el niño (igual que ha sido de utilidad para el protagonista de la historia). Cuando los niños aún no han adquirido un vocabulario extenso, leer con ellos puede ayudarles a poner palabras a cosas que están experimentando y qué no saben expresar.
Este tipo de intervención a través de la literatura se utiliza para multitud de temas como pueden ser: los celos por el nacimiento de un nuevo hermano, la agresividad, los miedos, la muerte de algún familiar querido, etc. Dentro de los temas de la literatura infantil con orientación terapéutica, merecen una mención especial los libros dedicados a hablar sobre las emociones.
Nuestra sociedad, cada vez más compleja, hace necesario que la inteligencia intra e interpersonal se valore especialmente y para ello, una herramienta indispensable es el autoconocimiento emocional. Poder poner nombre a aquello que nos pasa por dentro y que nos hace sentir incómodos; encontrar alivio en la expresión verbal en lugar de la reacción impulsiva o poder compartir con otros o buscar ayuda para lo que nos preocupa o inquieta es una cuestión necesaria para la supervivencia social de nuestros niños.
Existen vario autores o colecciones dedicadas al trabajo emocional: quiero citar especialmente a Begoña Ibarrola, autora que tiene cuentos recopilatorios o generales y también cuentos para trabajar emociones de manera específica. Tracey Moroney cuenta con una colección que trabaja diferentes emociones cuyo protagonista es un conejo blanco. Maureen Garth experta en libros de meditaciones para niños. Para niños más mayores, a partir de los 6 años Tea ediciones (editorial número uno en psicología) tiene toda una colección de libros con ejercicios para tratar temas específicos: ¿Qué puedo hacer cuando….? Me preocupo demasiado, me da miedo irme a la cama, refunfuño por todo, etc.
Lo más curioso de todo es que cuando tenemos en casa libros de estas características al alcance son los mismos niños los que demandan en cada momento qué libro quieren leer según las necesidades emocionales que estén experimentando.
Texto elaborado para la Escuela Infantil Lázaro.