Hace unas semanas recibimos una llamada de una periodista donde se nos preguntaba nuestra opinión acerca de la escolarización juntos o por separado de los gemelos y mellizos en educación primaria.
Hasta donde nosotros sabemos, en la comunidad de Madrid se sigue la recomendación desde el propio colegio de escolarizarlos por separado apoyándose en la idea de favorecer, en los niños nacidos de partos múltiples, el desarrollo de una personalidad independiente. Desde AITTA nuestra respuesta es clara: hay que valorar cada caso por separado y deberían ser los padres quienes puedan decidir qué es lo que consideran más apropiado: si escolarizarlos juntos o separados. Nos referimos especialmente al periodo de escolarización de educación infantil y primaria.
Es cierto que los niños al nacer no tienen una personalidad definida y ésta se va conformando en sus primero años de vida hasta que llegan a la adolescencia donde se instaura un modo habitual de comportamiento y relaciones. Pero esto no quiere decir que compartir espacio y tiempo con otra persona vaya a limitar la capacidad para configurar una personalidad única. De hecho, en la dinámica familiar lo que se suele observar es precisamente que la presencia de los hermanos, despierta la necesidad en cada uno de diferenciarse del otro.
Cuando tenemos un niño obediente y tranquilo, lo más habitual es que el siguiente sea más movido y rebelde. Cuántas veces oímos en boca de los padres refiriéndose a sus hijos: «es que son la noche y el día». Entendemos además que cuanto mayor es el parecido físico, más apremiante es la necesidad de ser diferente o ser reconocido por mis especiales capacidades o habilidades.
Tenemos a favor la experiencia de aquellos colegios donde solo cuentan con un grupo clase por curso y los gemelos y mellizos se escolarizan juntos en la misma clase. En estas ocasiones, la socialización de estos niños es buena y ajustada.
Según la mayor experta en España de gemelos, Coks Feenstra, escolaridad a estos niños por separado antes de la secundaria puede llevarles a presentar retraimiento y dificultades de adaptación. En el artículo en el que participamos se explica extensamente cuáles son los motivos tanto a favor como en contra de esta práctica.
En cualquier caso, sea cual sea nuestra postura como padres, queda patente que la separación no aporta beneficios y que no debería ser una decisión que se tome por protocolo. Lo ideal sería poder valorar cada caso individualmente y dar voz a los padres de los niños en este asunto que incumbe a sus hijos y que parece ser una decisión importante.