Como ya hemos comentado en muchos artículos, un buen desarrollo motor asegura un óptimo funcionamiento cerebral ya que promueve una adecuada arquitectura neuronal. Esto, que puede resultar increíble, no lo es. Un nuevo estudio confirma lo que ya muchos terapeutas usan y ponen en práctica y que es uno de los puntos definitorios de nuestro gabinete.
La psicomotricidad es el primer paso en el desarrollo evolutivo de cualquier niño y posibilita el florecimiento de habilidades superiores típicamente humanas como son la comunicación y el razonamiento lógico-deductivo.
Segun el estudio de la Universidad de Lovaina, lo que falla en el cerebro de un niño disléxico no es la representación mental de los fonemas, como hasta ahora se pensaba, sino la menor conectividad de las distintas áreas implicadas en el reconocimiento y expresión del lenguaje en comparación con sujetos que no presentan dislexia. Es decir, el almacén de los sonidos del habla, funciona igual de bien en niños disléxicos que en niños no disléxicos pero aquellos que decimos que padecen dislexia tienen una peor conectividad neuronal.
La capacidad lectora es el resultado del trabajo conjunto y coordinado de muchas habilidades distintas: un preciso reconocimiento visual, una adecuada correspondencia entre el símbolo escrito y el fonema sonoro, una buena capacidad articulatoria más un cierto nivel del comprensión intelectual de aquello que se quiere trasmitir a través de ese conjunto de símbolos. Por eso la lectura requiere una enorme coordinación para convertirse en algo automático.
Aprender a leer es realmente un proceso complejo, que muchas veces no valoramos en toda su magnitud. Y, sin darnos cuenta, obviamos las parte más básica y primaria de todas que es: el desarrollo motor.
¿Cómo influye la psicomotricidad en el aprendizaje de la lectura?
Si un niño no tiene experiencia corporal de su entorno, no ha explotado al máximo todas sus capacidades motoras, sus circuitos neuronales no están plenamente desarrollados y no consiguen un funcionamiento óptimo y eficiente. Si un niño no ha aprendido a mover su cuerpo en todas las dimensiones del espacio, difícilmente tendrá desarrollado al completo su esquema corporal y le costará entender y representar mentalmente las diferencias entre arriba, abajo, izquierda o derecha. Cuando inicie el aprendizaje de la lectura, se le pedirá que distinga símbolos como b d q o p unos de otros. ¿cómo hacerlo si ni siquiera reconoce esas diferencias en su cuerpo? ¿Cómo entender que E o 3 son cosas muy diferentes aunque para él sean casi iguales (un palo vertical con tres palitos horizontales)? ¿Cómo conseguir que entienda la diferencia entre «al» o «la»? ¿o como captar las diferencias de pronunciación cuando hacemos una pregunta o una exclamación si su cerebro no consigue trabajar de una manera fluida y rítmica cuando se encuentra con símbolos incomprensibles de por medio?
¿Cuál es el tratamiento más adecuado para un disléxico?
Muchas veces, la mayoría, la solución que se ha dado a estos problemas ha sido insitir en el síntoma, en aquello que el niño hace mal: leer más tiempo que otros niños, hacer más fichas, pasar horas y horas leyendo el mismo párrafo para poder esclarecer qué dicen esas cuatro frases. Sin embargo, la solución más apropiada pasa por potenciar esa conectividad neuronal fallida a través de terapias corporales que favorecen una arquitectura cerebral armónica y eficiente como el Método Padovan o la Terapia de Movimiento Rítmico.