Los niños de padres separados y la sensación de peonza

Cuando un padre y una madre deciden separarse, las cosas empiezan a cambiar primero en su cabeza, luego en la pareja y, por último, en la familia. Esta secuencia que es lógica y natural no deja de sorprender en muchas ocasiones a los hijos que no siempre son conscientes de todo ese proceso.

El otro día en una sesión me decía un niño que se sentía como «una peonza». Sus padres se habían separado y todos habían abandonado el hogar familiar. Padre y madre habían buscado casas provisionales mientras aclaraban su nueva situación personal y, transcurrido un tiempo, ambos se habían mudado a casas más definitivas. Esto suponía que el hijo había pasado por 4 casas en un periodo de dos años, con un pase intermedio por casa de los abuelos.

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